11/16/2010

Aguilas


¿Sabes, Pequeño Hombrecito, cómo se sentiría un águila si estuviera incubando huevos de gallina? En un principio piensa que incubará pequeñas águilas, a las que va a criar para que sean grandes. Pero lo que siempre sale de los huevos no es nada más que pequeños pollitos. Valerosamente el águila sigue con la esperanza de que los pollitos, después de todo, se convertirán en águilas. Pero no, al final no son sino gallinas cacareantes. Cuando el águila descubre esto, pasa un mal rato reprimiendo su deseo de tragarse a todos los pollitos y a las cacareantes gallinas. Lo que la persuade de hacer tal cosa es una pequeña esperanza. La esperanza, a saber, de que entre los muchos pollitos cacareantes pudiera haber, un día, un pequeño aguilucho capaz de convertirse en una gran águila, capaz como ella misma, de mirar desde su majestuosa cima a grandes distancias, para detectar nuevos mundos, pensamientos y formas de vida. Es solamente esta pequeña esperanza lo que persuade al águila, triste y solitaria, de comerse a todos los pollitos cacareantes y a las gallinas. Ellos no comprenden que han sido incubados por un águila. No se dan cuenta que vivían en una alta y escarpada roca, a mucha más altura que los húmedos y oscuros valles. No ven a grandes distancias como el águila solitaria. Solamente engullen y engullen y engullen cualquier cosa que el águila les trae al nido. Sé calientan bajo sus poderosas alas cuando llueve y hay tormenta en el exterior, mientras ella la resiste sin la menor protección. 0, si las cosas se ponen más difíciles, le tiran pequeñas piedras afiladas desde una emboscada, para pegarle y lastimarla. Cuando se da cuenta de esta maldad, su primer impulso es reducirlos a pedacitos. Pero lo piensa mejor y empieza a sentir piedad por ellos. No pierde la esperanza, de que, entre los muchos pollitos cacareantes, engullidores y cortos de vista, habrá, tendrá que haber, un pequeño aguilucho capaz de llegar a ser como ella misma.

El águila solitaria, hasta hoy día, no ha desesperado. Y así, continúa incubando pequeños pollitos.

Rehúsas ser un águila, Pequeño Hombrecito, y por eso eres la presa de los buitres. Tienes miedo dé las águilas, vives amontonado en grandes rebaños y eres devorado en ellos. Ya que algunas de tus gallinas han incubado huevos de buitres. Y los buitres se han convertido en tus Führers contra las águilas, las águilas que querían llevarte a distancias más lejanas y mejores. Los buitres te enseñaron a comer carroña y a contentarte con unos pocos granos de trigo. Y además, te enseñaron a gritar: «Heil, Heil, Gran Buitre!» Ahora pasas hambre y te mueres, en grandes masas, y todavía tienes miedo de las águilas que incuban tus pollitos.
Fragmento Wilhelm Reich , Escucha pequeño hombrecito