11/16/2010

Aguilas


¿Sabes, Pequeño Hombrecito, cómo se sentiría un águila si estuviera incubando huevos de gallina? En un principio piensa que incubará pequeñas águilas, a las que va a criar para que sean grandes. Pero lo que siempre sale de los huevos no es nada más que pequeños pollitos. Valerosamente el águila sigue con la esperanza de que los pollitos, después de todo, se convertirán en águilas. Pero no, al final no son sino gallinas cacareantes. Cuando el águila descubre esto, pasa un mal rato reprimiendo su deseo de tragarse a todos los pollitos y a las cacareantes gallinas. Lo que la persuade de hacer tal cosa es una pequeña esperanza. La esperanza, a saber, de que entre los muchos pollitos cacareantes pudiera haber, un día, un pequeño aguilucho capaz de convertirse en una gran águila, capaz como ella misma, de mirar desde su majestuosa cima a grandes distancias, para detectar nuevos mundos, pensamientos y formas de vida. Es solamente esta pequeña esperanza lo que persuade al águila, triste y solitaria, de comerse a todos los pollitos cacareantes y a las gallinas. Ellos no comprenden que han sido incubados por un águila. No se dan cuenta que vivían en una alta y escarpada roca, a mucha más altura que los húmedos y oscuros valles. No ven a grandes distancias como el águila solitaria. Solamente engullen y engullen y engullen cualquier cosa que el águila les trae al nido. Sé calientan bajo sus poderosas alas cuando llueve y hay tormenta en el exterior, mientras ella la resiste sin la menor protección. 0, si las cosas se ponen más difíciles, le tiran pequeñas piedras afiladas desde una emboscada, para pegarle y lastimarla. Cuando se da cuenta de esta maldad, su primer impulso es reducirlos a pedacitos. Pero lo piensa mejor y empieza a sentir piedad por ellos. No pierde la esperanza, de que, entre los muchos pollitos cacareantes, engullidores y cortos de vista, habrá, tendrá que haber, un pequeño aguilucho capaz de llegar a ser como ella misma.

El águila solitaria, hasta hoy día, no ha desesperado. Y así, continúa incubando pequeños pollitos.

Rehúsas ser un águila, Pequeño Hombrecito, y por eso eres la presa de los buitres. Tienes miedo dé las águilas, vives amontonado en grandes rebaños y eres devorado en ellos. Ya que algunas de tus gallinas han incubado huevos de buitres. Y los buitres se han convertido en tus Führers contra las águilas, las águilas que querían llevarte a distancias más lejanas y mejores. Los buitres te enseñaron a comer carroña y a contentarte con unos pocos granos de trigo. Y además, te enseñaron a gritar: «Heil, Heil, Gran Buitre!» Ahora pasas hambre y te mueres, en grandes masas, y todavía tienes miedo de las águilas que incuban tus pollitos.
Fragmento Wilhelm Reich , Escucha pequeño hombrecito

9/17/2010

El juego del tiempo y el espacio - Jodorowsky Alejandro - Psicomagia


No tenemos límite en el tiempo. Los sufíes dicen: «Ante Dios hay que vivir como si tuviéramos un minuto, ante los hombres como si tuviésemos mil años». eso quiere decir que un segundo es eterno, que lo importante es desarrollarlo. En la India vive una mujer que abraza a todo el mundo que acude a ella, y esas personas reciben una iluminación increíble. Eso mismo se puede lograr si os sentáis y os concentráis en el espacio. Creáis la fuerza, una fuerza infinita. Fortalecéis vuestro corazón. Después dejad entrar en vosotros el infinito y la eternidad. El que abraza soy yo, pero hay millones y millones de seres en mi espíritu; millones de mundos, millones de actividades en mis brazos. Y todo el tiempo futuro viene: me coloco en el infinito y me coloco en la eternidad. A partir de ese momento, nuestra prisión explota.
Tu mente es un oceano -Lama Thubten Yeshe

Observa tu mente. Si crees que todo lo que te produce placer viene de los objetos materiales y te pasas la vida corriendo tras ellos, estás bajo el control de un serio concepto erróneo. Semejante actitud no es sólo intelectual. Cuando oyes esto por primera vez, puedes pensar: “Yo no tengo ese tipo de mente; yo no tengo una fe ciega en que los objetos externos aportan felicidad”.
Pero, investígalo con detenimiento en el espejo de tu mente. Encontrarás que, más allá del intelecto, esa actitud está realmente ahí y que tus acciones de cada día muestran que, en lo profundo de tu ser, crees realmente en ese concepto erróneo. Ahora dedica un momento a observar tu mente para ver si te encuentras o no bajo la influencia de esa mente inferior. Una mente que tiene tanta fe en el mundo material es estrecha, limitada; le falta espacio. Su naturaleza es enfermiza, malsana o, en la terminología budista, dual.

Lama, ¿Qué es según usted la mente dual y qué quiere decir con “examinar”?
Desde que naciste hasta ahora, hay dos cosas que siempre han complicado tu vida; siempre hay dos cosas, nunca una sola. Eso es lo que significa mente dual. En el momento en que percibes un objeto, tu mente lo compara de modo automático e instintivo con otro: “¿Y que hay de eso otro?”. Estas dos cosas desmoronan
tu equilibrio. Así es como funciona la mente dual. Con respecto a la segunda pregunta, cuando digo que examines tu mente, me refiero a que debes investigar en ella para ver si está sana o no. Examina cada mañana tu estado mental para asegurarte de que durante el día no vas a flipar. Esto es lo que quierodecir con  “examinar”.

La mayoría de las decisiones que tu mente ha estado tomando desde que naciste –“esto es correcto, esto es incorrecto; esto no es la realidad”– han sidoconceptos erróneos. Una mente poseída por los conceptos erróneos es una mente que duda, una mente que nunca está segura de nada –un pequeño cambio en las condiciones externas y flipa–. Hasta las cosas más pequeñas perturban tu mente.
Si pudieras contemplar la totalidad de la escena, comprenderías lo absurdo que es. Pero nosotros no vemos la totalidad; la totalidad es demasiado para nosotros. La mente sabia, el conocimiento-sabiduría o consciencia universal, jamás se desconcierta con las pequeñas cosas. Puesto que percibe la totalidad, no presta atención a las nimiedades. Una energía que viene de aquí y que coincide con otra energía que viene de allá nunca desmorona al sabio, pues el sabio cuenta con que ocurran cosas así; es la naturaleza de las cosas. Si tienes el concepto erróneo de que tu vida va a ser perfecta, siempre te sobresaltarás ante su naturaleza cambiante. Si sabes que tu vida va a tener altibajos, tu mente permanecerá mucho más relajada. ¿Hay algo en el mundo exterior que sea perfecto? Nada.
Por lo tanto, dado que la energía de tu mente y de tu cuerpo están inextricablemente vinculadas con el mundo exterior, ¿cómo puedes esperar que tu vida seaperfecta? No puedes.

El Buda nunca hizo demasiado énfasis en las creencias. En su lugar, nos exhortó a que investigáramos e intentáramos comprender la realidad de nuestro propio ser. Jamás insistió en que comprendiéramos lo que él mismo era, lo que es un buda. Todo lo que quería era que comprendiéramos nuestra propia naturaleza. Fácil, ¿no? No es necesario que creas en nada. Con sólo hacer el esfuerzo adecuado, comprenderás las cosas por tu propia experiencia y desarrollarás gradualmente todos los logros espirituales.

Si no puedes transformar tus palabras en experiencia, tus conocimientos no pueden ayudarte ni a ti ni a los demás. Existe una gran diferencia entre ser capaz de explicar la religión intelectualmente y transformar ese conocimiento en una experiencia espiritual.

Tienes que poner en práctica lo que has aprendido y comprender los resultados que traen las acciones. Una taza de té es probablemente más útil que el conocimiento intelectual de una filosofía a la que tu mente no puede adherirse porque no tienes la llave; –al menos, la taza de té sacia la sed–. Estudiar una filosofía que no funciona es una pérdida de tiempo y de energía.

Espero que comprendas lo que significa realmente la palabra “espiritual”. Significa buscar, investigar la naturaleza verdadera de la mente. No hay nada espiritual afuera. Mi rosario no es espiritual; mis hábitos no son espirituales. Espiritual significa la mente, y las personas espirituales son las que buscan la naturaleza de la misma. A través de este proceso, llegan a comprender los efectos de su comportamiento, las acciones de su cuerpo, palabra y mente. Si no comprendes los resultados kármicos de lo que piensas y haces, no tienes forma de convertirte en una persona espiritual. El mero hecho de conocer una filosofía religiosa no es suficiente para convertirte en un ser espiritual.
Para entrar en el camino espiritual tienes que empezar por comprender tu propia actitud mental y el modo en que tu mente percibe las cosas. Si estás completamente atrapado por el apego a pequeños átomos, tu mente limitada y ansiosa impedirá que disfrutes de los placeres de la vida. La energía externa es tan increíblemente limitada que, si permites que te ate, tu mente se volverá tan limitada como ella. Cuando tu mente es estrecha, las pequeñas cosas te agitan con gran facilidad. Haz de tu mente un océano.

Las personas religiosas hablan de moralidad. ¿Qué es moralidad? La moralidad es la sabiduría que comprende la naturaleza de la mente. La mente que comprende su propia naturaleza se vuelve automáticamente moral o positiva, y las acciones motivadas por esa mente se vuelven también positivas. Eso es lo que llamamos moralidad. La naturaleza básica de la mente estrecha es la ignorancia; por consiguiente, la mente estrecha es negativa.

Si conoces la naturaleza psicológica de tu mente, la depresión desaparece espontáneamente y todos los seres vivos dejan de ser enemigos y extraños para convertirse en tus amigos. La mente estrecha rechaza; la sabiduría acepta. Examina tu mente para ver si es eso cierto o no. Aunque pudieras acceder a todo el
placer sensorial que encierra el universo, seguirías sin estar satisfecho. Eso muestra que la satisfacción viene del interior, no de algo externo.

Es muy útil que dediques tu preciosa vida humana a controlar la mente de elefante loco y a dirigir tu poderosa energía mental. Si no aprovechas tu energía mental, la confusión continuará haciendo estragos en tu mente y desperdiciarás tu vida. Sé lo más sabio que puedas con tu mente. Eso hace valiosa tu vida.
Las leyes de la magia - Jodorowsky Alejandro - Psicomagia.



¿Cuáles son las leyes de la magia?
Son cuatro: querer, osar, poder y callar. Por «callar» entiendo «obedecer». La fuerza en reposo es la mayor fuerza, por eso a veces cuento esa historia iniciática que relata cómo el hombre más fuerte del Imperio chino hace su demostración de fuerza sacando una mariposa de una cajita y diciendo: «Soy tan fuerte que puedo tomar una mariposa por las alas sin dañarla». Eso es callar.
El conocimiento hay que manifestarlo sólo cuando se nos pide, y si no hay que callar. Una cosa es dar y otra obligar a recibir a los demás...
¿Y cómo interpreta «querer, osar, poder y callar»?
«Querer»: si tú no quieres, no avanzas. Hay quien no quiere curarse. Los evangelios lo apuntan cuando Jesús pregunta al paralítico si quiere andar, porque si uno no quiere, ni un dios te puede curar.
«Osar»: curarte es hacer frente a los cambios que la curación te va a producir. El paralítico llevaba cuarenta años inválido, así que curarse para él significaba no tener dinero porque no mendigaría más. Cuando estás enfermo, en realidad, estás llamando la atención de los demás para que te cuiden, estás pidiendo
cariño. La enfermedad es una comedia de peticiones. El enfermo pide a gritos que lo amen. Hay que osar ser curado, entrar en una nueva individualidad en donde desconoces la dirección porque se produce un cambio y, en cierta medida, una nueva personalidad.
«Poder»: significa que una vez que estás haciendo las cosas, entras en lucha y no tienes que ser tu propio enemigo. Para poder hay que ser uno y no ser otro, no luchar contra ti mismo porque ello te producirá una gran neurosis de fracaso.
«Callar»: significa que cuando intentas transmitir lo que ganaste, lo pierdes por exhibicionista. Éste es el problema que tienen algunos gurús: muestran su santidad y la pierden en ese mismo acto. El verdadero maestro es invisible: no tiene flores, ni collares, ni anillos, ni fotos, no tiene escuela ni discípulos. Para el  verdadero maestro toda la humanidad es su discípulo. De manera disimulada  desliza bienes y conocimientos que puedan elevar el nivel de conciencia del otro. No necesita escuela ni ambiciona ser maestro. Es maestro porque obedece a una voluntad universal que es superior a él.

Jodorowsky Alejandro - Psicomagia.

9/07/2010

Meditacion Vipassana
Como la enseña S.N. Goenka y sus profesores asistentes
en la tradición de Sayagyi U Ba Khin

 

La Técnica de Vipassana 

Vipassana, que significa ver las cosas tal como realmente son, es una de las técnicas más antiguas de meditación de la India. Fue redescubierta por  Gotama el Buda hace mas de 2.500 años y fue enseñada por él como un remedio universal para  males universales,  es decir, como un arte:  El arte de vivir

Esta  técnica no sectaria tiene por objetivos la total erradicación de las impurezas mentales, y la resultante felicidad suprema de la completa liberación. La curación, no meramente la curación de las enfermedades, sino la curación esencial del sufrimiento humano, es su propósito.
Vipassana es un sendero de auto-transformación mediante de la auto-observación. Se concentra en la profunda interconexión entre mente y  cuerpo, la cual puede ser experimentada de manera directa, por medio la atención disciplinada dirigida a las sensaciones físicas que forman la vida del cuerpo, y que continuamente se interconectan con la vida de la mente y la condicionan. Es este viaje de autoexploración a las raíces comunes de cuerpo y mente, basado en la observación, lo que disuelve la impureza mental, produciendo una mente equilibrada, llena de amor y compasión. 
Las leyes científicas que operan en nuestras  sensaciones, sentimientos, pensamientos y  juicios llegan a  hacerse evidentes. Mediante la experiencia directa, se comprende la naturaleza de como uno crece o decrece, de como uno produce sufrimiento o se libera de él. La vida se va caracterizando por una intensificación de la conciencia, por la ausencia de engaño, por el auto-control y la paz.  

Tomado, pagina oficial de Meditacion Vipassana Como la enseña S.N. Goenka y sus profesores asistentes
  en la tradición de Sayagyi U Ba Khin  
www.spanish.dhamma.org

8/29/2010

Kodama

Los Kodama, literalmente «espíritu de árbol», son unos espíritus que viven en el bosque.


barbol en kodama

Son los míticos espíritus de los árboles del Japón, y habitan en los bosques espesos. La presencia de kodamas nos indica la salud y pureza del bosque. Es por ello que abundan sobre todo en el corazón del mismo, próximos a su espíritu. Por el contrario, su ausencia nos demuestra que el bosque está corrupto o próximo a morir.



Encontrarse en un lugar escondido en lo más profundo bosque, rodeado de kodamas y escuchando su característico castañeteo es una experiencia mágica y única. En ese momento el afortunado humano sabe que está en armonía consigo mismo y la naturaleza...

Por lo general tienen apariencia humana y cada individuo es único en aspecto y personalidad. Se dice que pueden presentarse en formas no humanas, y pueden aparecer hermosos o tan terribles como deseen. La mayoría se presenta teniendo una apariencia adorable. Sus cuerpos son semitrasparentes de un color verde pálido o blancuzco y de muy baja estatura.


Muchos son espíritus de árboles en general y no necesariamente representan a un árbol en particular. Algunos de ellos, sin embargo, están asociados directamente con un árbol específico. Se cree que estos espíritus pueden trasladarse a otro árbol, o renacer a través de su semilla.

La mayoría de estos espíritus se disgusta ante aquellos que no tienen respeto por el medio ambiente. Si un árbol es cortado irresponsablemente, uno o más Kodamas pueden buscar venganza. La mayoría de estos espíritus son muy pacíficos y serenos, y les gusta compartir conocimientos y sabiduría con aquellos que saben cómo comunicarse con ellos. También son sorprendentemente fuertes y poderosos, dada su usualmente larga vida y comunicación con el mundo y las fuerzas más allá del entendimiento de muchos otros animales. 
texto tomado de soluciones bonsai blogspot

8/27/2010

Los predadores - Lado activo del infinito, Carlos Castaneda



‑Descubrieron que tenemos un compañero de por vida ‑dijo de la manera más clara que pudo‑. Tene­mos un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El predador es nuestro amo y señor. Nos ha vuelto dóciles, indefensos. Si que­remos protestar, suprime nuestras protestas. Si quere­mos actuar independientemente, nos ordena que no lo hagamos.

‑¿Pero, por qué este predador ha tomado posesión de la manera que usted describe, don Juan? ‑pregun­té‑. Debe haber una explicación lógica.
‑Hay una explicación ‑replicó don Juan‑, y es la explicación más simple del mundo. Tomaron posesión porque para ellos somos comida, y nos exprimen sin compasión porque somos su sustento. Así como noso­tros criamos gallinas en gallineros, así también ellos nos crían en humaneros. Por lo tanto, siempre tienen comi­da a su alcance.

‑Quiero apelar a tu mente analítica ‑dijo don Juan‑. Piensa por un momento, y dime cómo explica­rías la contradicción entre la inteligencia del hombre‑in­geniero y la estupidez de sus sistemas de creencias, o la estupidez de su comportamiento contradictorio. Los chamanes creen que los predadores nos han dado nuestro sistemas de creencias, nuestras ideas acerca del bien y el mal, nuestras costumbres sociales. Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expecta­tivas, nuestros sueños de triunfo y fracaso. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y egomaniá­ticos.


‑¿Pero de qué manera pueden hacer esto, don Juan? ‑pregunté, de cierto modo más enojado aún por sus afirmaciones‑. ¿Susurran todo esto en nuestros oídos mientras dormimos?
‑No, no lo hacen de esa manera, ¡eso es una idio­tez! ‑dijo don Juan, sonriendo‑. Son infinitamente más eficaces y organizados que eso. Para mantenernos obedientes y dóciles y débiles, los predadores se involu­craron en una maniobra estupenda (estupenda, por su­puesto, desde el punto de vista de un estratega). Una maniobra horrible desde el punto de vista de quien la sufre. ¡Nos dieron su mente! ¿Me escuchas? Los pre­dadores nos dieron su mente, que se vuelve nuestra mente. La mente del predador es barroca, contradicto­ria, mórbida, llena de miedo a ser descubierta en cual­quier momento.
»Aunque nunca has sufrido hambre ‑continuó‑, sé que tienes unas ansias continuas de comer, lo cual no es sino las ansias del predador que teme que en cual­quier momento su maniobra será descubierta y la comi­da le será negada. A través de la mente, que después de todo es su mente, los predadores inyectan en las vi­das de los seres humanos lo que sea conveniente para ellos. Y se garantizan a ellos mismos, de esta manera, un grado de seguridad que actúa como amortiguador de su miedo.


‑No es que no pueda aceptar esto como válido, don Juan ‑dije‑. Podría, pero hay algo tan odioso al res­pecto que realmente me causa rechazo. Me fuerza a to­mar una posición contradictoria. Si es cierto que nos co­men, ¿cómo lo hacen?
Don Juan tenía una sonrisa de oreja a oreja. Rebosaba de placer. Me explicó que los chamanes ven a los niños humanos como extrañas bolas luminosas de energía, cu­biertas de arriba a abajo con una capa brillante, algo así como una cobertura plástica que se ajusta de forma ceñi­da sobre su capullo de energía. Dijo que esa capa brillan­te de conciencia era lo que los predadores consumían, y que cuando un ser humano llegaba a ser adulto, todo lo que quedaba de esa capa brillante de conciencia era una angosta franja que se elevaba desde el suelo hasta por en­cima de los dedos de los pies. Esa franja permitía al ser humano continuar vivo, pero sólo apenas.


Como si hubiera estado en un sueño, oí a don Juan Matus explicando que, hasta donde él sabía, la humani­dad era la única especie que tenía la capa brillante de conciencia por fuera del capullo luminoso. Por lo tanto, se volvió presa fácil para una conciencia de distinto or­den, tal como la pesada conciencia del predador.
Luego hizo el comentario más injuriante que había pronunciado hasta el momento. Dijo que esta angosta franja de conciencia era el epicentro donde el ser humano estaba atrapado sin remedio. Aprovechándose del único punto de conciencia que nos queda, los predadores crean llamaradas de conciencia que proceden a consumir de manera despiadada y predatorial. Nos otorgan proble­mas banales que fuerzan a esas llamaradas de conciencia a crecer, y de esa manera nos mantienen vivos para alimen­tarse con la llamarada energética de nuestras seudo‑pre­ocupaciones.


‑No hay nada que tú y yo podamos hacer ‑dijo don Juan con voz grave y triste‑. Todo lo que pode­mos hacer es disciplinarnos hasta el punto de que no nos toquen. ¿Cómo puedes pedirles a tus semejantes que atraviesen los mismos rigores de la disciplina? Se reirán y se burlarán de ti, y los más agresivos te darán una pa­tada en el culo. Y no tanto porque no te crean. En lo más profundo de cada ser humano, hay un saber ancestral, visceral acerca de la existencia del predador.


 ‑Los chamanes del México antiguo ‑dijo‑ vieron al predador. Lo llamaron el volador porque brinca en el aire. No es nada lindo. Es una enorme sombra, de una oscuridad impenetrable, una sombra negra que salta por el aire. Luego, aterriza de plano en el suelo. Los chama­nes del México antiguo estaban bastante inquietos con saber cuándo había hecho su aparición en la Tierra. Ra­zonaron que era que el hombre debía haber sido un ser completo en algún momento, con estupendas revela­ciones, proezas de conciencia que hoy en día son leyen­das mitológicas. Y luego todo parece desvanecerse y nos quedamos con un hombre sumiso.


‑Lo que estoy diciendo es que no nos enfrentamos a un simple predador. Es muy ingenioso, y es organiza­do. Sigue un sistema metódico para volvernos inútiles. El hombre, el ser mágico que es nuestro destino alcan­zar, ya no es mágico. Es un pedazo de carne. No hay más sueños para el hombre sino los sueños de un ani­mal que está siendo criado para volverse un pedazo de carne: trillado, convencional, imbécil.
Las palabras de don Juan estaban provocando una extraña reacción corporal en mí, comparable a la sensa­ción de náusea. Era como si nuevamente me fuera a en­fermar del estómago. Pero la náusea provenía del fondo de mi ser, desde los huesos. Me convulsioné involunta­riamente. Don Juan me sacudió de los hombros. Sentí mi cuello bamboleándose hacia delante y hacia atrás bajo el impacto de su apretón. Su maniobra me calmó de inmediato. Me sentí mejor, más en control.


‑Este predador ‑dijo don Juan‑, que por supues­to es un ser inorgánico, no nos es del todo invisible, como lo son otros seres inorgánicos. Creo que de niños sí los vemos, y decidimos que son tan terroríficos que no queremos pensar en ellos. Los niños podrían, por su­puesto, decidir enfocarse en esa visión, pero todo el mundo a su alrededor lo disuade de hacerlo.
»La única alternativa que le queda a la humanidad ‑continuó‑ es la disciplina. La disciplina es el único repelente. Pero con disciplina no me refiero a arduas ru­tinas. No me refiero a levantarse cada mañana a las cin­co y media y a darte baños de agua helada hasta ponerte azul. Los chamanes entienden por disciplina la capaci­dad de enfrentar con serenidad circunstancias que no están incluidas en nuestras expectativas. Para ellos, la disciplina es un arte: el arte de enfrentarse al infinito sin vacilar, no porque sean fuertes y duros, sino porque es­tán llenos de asombro.


‑¿De qué manera sería la disciplina de un brujo un repelente? ‑pregunté.
‑Los chamanes dicen que la disciplina hace que la capa brillante de conciencia se vuelva desabrida al vola­dor ‑dijo don Juan, escudriñando mi cara como que­riendo encontrar algún signo de incredulidad‑. El re­sultado es que los predadores se desconciertan. Una capa brillante de conciencia que sea incomible no es parte de su cognición, supongo. Una vez desconcertados, no les queda otra opción que descontinuar su nefasta tarea.
»Si los predadores no nos comen nuestra capa bri­llante de conciencia durante un tiempo ‑continuó‑, ésta seguirá creciendo. Simplificando este asunto en ex­tremo, te puedo decir que los chamanes, por medio de su disciplina, empujan a los predadores lo suficiente­mente lejos para permitir que su capa brillante de con­ciencia crezca más allá del nivel de los dedos de los pies. Una vez que pasa este nivel, crece hasta su tamaño natu­ral. Los chamanes del México antiguo decían que la capa brillante de conciencia es como un árbol. Si no se lo poda, crece hasta su tamaño y volumen naturales. A me­dida que la conciencia alcanza niveles más altos que los dedos de los pies, tremendas maniobras de percepción se vuelven cosa corriente.
»El gran truco de esos chamanes de tiempos antiguos ‑continuó don Juan‑ era sobrecargar la mente del vo­lador con disciplina. Descubrieron que si agotaban la mente del volador con silencio interno, la instalación fo­ránea saldría corriendo, dando al practicante envuelto en tal maniobra la total certeza del origen foráneo de la mente. La instalación foránea vuelve, te aseguro, pero no con la misma fuerza, y comienza un proceso en que la huida de la mente del volador se vuelve rutina, hasta que un día desaparece de forma permanente. ¡Un día de lo más triste! Ése es el día en que tienes que contar con tus propios recursos, que son prácticamente nulos. No hay nadie que te diga qué hacer. No hay una mente de origen foráneo que te dicte las imbecilidades a las que estás ha­bituado.